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¿Cómo serán las casas tras la pandemia?

Cuando acabe el confinamiento el mundo no será el mismo, pero tampoco las casas. Además de para vivir y descansar, en estos días utilizamos las viviendas como gimnasio, lugar de trabajo o parque de juegos. Pero ¿están nuestras casas preparadas para pasar tanto tiempo dentro?

Muchas de las viviendas de hoy en día no es que no estén preparadas para pasar tanto tiempo en ellas como nos está obligando esta crisis, sino que, para la arquitecta ceutí Patricia Tuesta Cocee, el problema es que “no están preparadas para ser realmente habitadas”.

La pandemia está logrando lo que los arquitectos “no hemos conseguido en los últimos 30 años”, y es que la sociedad sea consciente de la importancia del espacio que habita. Reflexiones acerca de las necesidades de la vivienda, las cualidades que esta debe reunir y “las nuevas necesidades del usuario” ya se han colado en los estudios de arquitectura, que auguran una revolución en el diseño de las casas después del coronavirus.

Aunque para Patricia Tuesta, más que una revolución en el diseño, se producirá una “reafirmación de ciertos valores de la vivienda que muchos arquitectos venimos defendiendo desde hace tiempo”. En las últimas décadas, la tendencia ha sido la de “aprovechar al máximo, económicamente hablando, el metro cuadrado”. Las consecuencias han dado lugar a que “prime la cantidad de viviendas por encima de la calidad de sus espacios” y que “el número de dormitorios de las mismas sea la principal medida de valoración inmobiliaria”.

La arquitecta explica que siempre ha habido una reflexión “muy profunda” por parte de los arquitectos acerca de la vivienda del presente y del futuro. Pero ahora “debemos tener en cuenta la situación político-económica del país después de la pandemia, que estará muy estrechamente ligada al modelo de vivienda postcuarenteno”. Un modelo de vivienda que para la ceutí debe ser “concebida no como un objeto mercantil, sino como un elemento de mejora de calidad de vida de las personas”.

Entre otras cosas, esa “nueva” vivienda tendrá una “gran capacidad de adaptabilidad, con espacios diáfanos y transformables según las necesidades de los usuarios”. También será más sostenible y buscará el máximo aprovechamiento de la luz solar “para garantizar un mayor confort”. Además, se situará dentro de un entorno próximo “más amable que permita las relaciones colectivas incluso en situaciones en las que haya que mantener una distancia de seguridad”.

En este sentido, Patricia Tuesta considera que la vivienda es “mucho más”, o puede serlo, que un espacio para tomar el aire o donde trabajar con un portátil. De hecho, “la vivienda transformable, así como los muebles compactos y ocultables ya son una realidad al alcance de cualquiera”. Sin embargo, para los arquitectos el reto es “hacer casas donde queramos estar, no de donde no podamos salir”. “Donde el usuario se sienta identificado, donde pueda llevar a cabo la consecución de sus metas personales y hallar el espacio para el hogar”, continuó.

Se trata de viviendas “avanzadas” y con capacidad de adaptarse a las necesidades

A lo largo de la historia, “tanto revoluciones industriales como otras pandemias”, han hecho que se replantee el planeamiento de las ciudades y, por consiguiente, del modelo de vivienda. “Un ejemplo de ello sería el Plan Cerda de Barcelona, que buscaba una ciudad con mejores condiciones higiénicas y funcionales para luchar contra las epidemias”, comentó la arquitecta.

“Un espacio bien diseñado va a tener un papel muy importante en cómo disfrutemos del tiempo que pasamos en él. Es el momento de reivindicar que como ciudadanos queremos poder tener la oportunidad de volver a tener una vivienda donde poder disfrutar de nuestro tiempo de vivir”, prosiguió.

El teletrabajo es ya una realidad que se ha impuesto de manera drástica en estos días. Aunque a priori se piense que con una buena conexión, un ordenador, una mesa y una silla cómoda podría ser suficiente, para la arquitecta, son “imprescindibles unas condiciones espaciales para trabajar de manera eficiente”. De ahí, la importancia de la buena iluminación natural, así como “unas buenas condiciones de aislamiento térmico y acústico” que permitan a una persona “aislarse del resto de la vivienda durante la jornada laboral”.

En este sentido, la ceutí no cree que las casas deban disponer de un lugar específico para el teletrabajador, sino que “quizás lo interesante sería disponer de espacios de reserva que pudiéramos adaptar a las necesidades eventuales de cada momento”.

Siempre se le ha dado valor a poder disfrutar de una buena terraza, pero en estos días se ha revalorizado “no sólo la terraza como tal, sino las oportunidades que surgen a través de las terrazas, los balcones o los patios para relacionarse con el entorno”.

El reto de las futuras viviendas será responder a las necesidades globales de los habitantes. “Viviendas avanzadas, con capacidad para absorber las variaciones que la vida nos pueda plantear y que permita disponer de más metros cuadrados de espacio polivalente o de reserva del que podamos disponer. Viviendas que puedan nutrirse de un entorno próximo que permita las relaciones sociales y el contacto con la naturaleza”, concluyó Patricia Tuesta. La clave es la flexibilidad de los espacios.

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